Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el 75% de la biodiversidad cultivada ha desaparecido en un siglo. En la actualidad, 3/4 partes del suministro mundial de alimentos se basa en doce especies vegetales. La industrialización de la agricultura ha favorecido el desarrollo de variedades de semillas híbridas concebidas y desarrolladas para una producción mecanizada de alto rendimiento en grandes superficies. Su adopción por la mayoría de los agricultores ha desplazado a muchas de las semillas tradicionales utilizadas desde hace miles de años. Su conservación y multiplicación también se han visto perjudicadas por la pérdida de conocimientos y técnicas asociadas y por una legislación restrictiva. Además, la concentración del mercado de semillas en manos de unas pocas empresas multinacionales ha fomentado la dependencia económica y el endeudamiento de los agricultores.

Desde hace varios años, numerosas voces en todo el mundo alertan de los problemas que plantean las variedades híbridas: homogeneidad que ignora la diversidad de los contextos, primacía de la productividad sobre el sabor y el valor nutritivo, vulnerabilidad de los cultivos a las enfermedades, las plagas y el cambio climático, no reproducibilidad de las semillas, uso de insumos químicos, etc.

Las virtudes de las semillas campesinas, bien conocidas en el pasado, se redescubren y reafirman ahora, en un contexto en el que el cambio climático es cada vez más frecuente y la soberanía alimentaria está amenazada. Es vital que los agricultores de todo el mundo recuperen el control de sus propias semillas y cultiven variedades adaptadas a sus territorios.

La conservación de las semillas de los agricultores es una cuestión clave en la transición agroecológica de nuestros sistemas agrícolas. Su conservación y multiplicación representan palancas importantes para la adaptación al cambio climático y para la autonomía alimentaria de las poblaciones y las regiones.

Ante esta situación, están surgiendo sobre el terreno numerosas iniciativas de la sociedad civil para proponer una alternativa al sistema agrícola que ya no responde a los retos medioambientales y sociales actuales. Es esencial agrupar estas iniciativas a favor de la preservación de la biodiversidad cultivada para lanzar un mensaje colectivo a favor de un sistema agrícola sostenible y respetuoso con el medio ambiente y con los hombres y mujeres implicados, en contra del modelo agroindustrial dominante.